martes, 20 de marzo de 2012

DIÁLOGOS ARQUITECTÓNICOS

Hace unos días tuve el privilegio de platicar con un docente que me enseño mucho a lo largo de la formación que tuve en la Universidad de El Salvador. La claridad de sus pensamientos y conceptos se mantienen intactos a pesar de su avanzada edad, y sin embargo, el correr del tiempo lo ha hecho más sabio.

 

Entre esa sabiduría que para él es cotidiana y para mí un deseo continuo, compartía el hecho de los sinsabores de la docencia, de los alumnos que se molestan o incluso se "indignan" por la nota colocada, de las reacciones exageradas y de la falta de honestidad por el alumno, cuando, como dicen en mi tierra : " a puro huevo" quieren aprobar la asignatura, sin importar si se aprende algo o mucho. Lo importante es pasar a como de lugar.

Este señor, maestro y excelente profesional, se detenía a observarme y escucharme entre sorbos de un delicioso café que compartíamos. Por supuesto, el cuestionamiento no se dejo de dar, ya que ante lo continuo de mis quejas me detuvo abruptamente con esta pregunta : ¿ Y a ti qué con eso?  No atine a responder...me quedé allí helada y estática, esperaba que me aconsejara, me dijera si él alguna vez se sintió así, si...si...si.... y me lo volvió a preguntar, " ¿ y a tí que con eso?.

Lo que él me quería decir, es que de nada sirve preocuparme por lo que piensa o siente el alumno, aunque para ser honesta no es eso lo determinante. Para algunos he sido la mejor docente, y me lo dicen y agradecen, en cada ocasión que nos encontramos,  para otros ni  hablar lo que carece de significado esto último, aunque a mi si me pese que no se les enseñe, que no se les prepare debidamente ya que  al final, la importancia de tener la mejor educación se aplica en la realidad y eso hace la diferencia a la hora de la práctica.

De cierta manera, y después de todo lo que compartimos mas los consejos que resultaron al final , me sentí aliviada. Aunque algunos opinen que no depende de un docente una excelente formación, yo me inclino a dar las gracias a estos mis maestros y docentes que si me enseñaron como se debe, que hicieron un esfuerzo, se prepararon, transmitieron experiencia, no se quedaron con nada y nos educaron de tal manera que para nosotros era un reto el pasar la materia, no era una negociación o gangería, mucho menos una imposición.

 

Se hablaba en la cátedra del tema que correspondía, nunca nos resultaron con ideas raras o temas bizarros y fuera de lugar. El proceso de enseñanza-aprendizaje fue completo, extenso, y exigente. Nuestra visión sin duda alguna era diferente, nuestros valores igual.

Ahora que todo ha cambiado, que lo fácil y rápido es lo importante, quizá es tiempo de meditar como hacer entender a un alumno que no viene preparado, que tiene problemas en casa, deficiencias de todo nivel y además cero ganas de esforzarse,  que lo importante en su formación académica es el hecho determinante de tener un excelente docente, y no solo porque sea su amigo, sino porque le enseñe realmente, y en base a su experiencia, como es, y como se desarrolla la Arquitectura. Cuando estos alumnos entiendan esto, quizá empecemos por un nuevo camino. Mientras tanto...¿ y a mi que con esto?

Saludos !